Según un estudio, el ritmo actual de consumo requiere 1,8 veces más la capacidad de la Tierra. El consumo sostenible implica elegir productos y servicios que minimicen su impacto ambiental en todas sus etapas. Esto no solo ayuda a reducir el uso de recursos naturales y la producción de residuos, sino que también apoya prácticas comerciales responsables.
Al optar por productos locales, orgánicos y certificados como sostenibles, los consumidores pueden contribuir directamente a iniciativas que fomentan la conservación del medio ambiente.
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